¿CUAL ES EL BIENESTAR PSICOLÓGICO DEL PERSONAL DE ENFERMERÍA?

Autora: MARÍA FE GAMO GONZÁLEZ

INTRODUCCIÓN

La OMS estima que en el año 2010, los trastornos mentales serán la segunda causa de

incapacidad en el mundo [1], en la actualidad, más de 1.500 millones de personas en el planeta sufren, según esta organización, en mayor o menor grado, frecuencia e intensidad, procesos relacionados con la mente. Son la causa directa del intento de suicidio de 10-20 millones de personas cada año y de un millón de suicidios consumados. Los trastornos de ansiedad afectan a 400 millones de personas y 340 millones padecen diferentes formas de depresión; además un 80% de las personas con trastornos mentales no reciben tratamiento.

Esto coloca a las enfermedades mentales en el tercer puesto del absentismo laboral y

pérdida de días de actividad, provocados por problemas de salud. Además para el 2020 se prevé un incremento del 50% sobre los datos actuales de muerte e incapacidad precoz [1]. En España, según un estudio del Centro Español de Información y de Formación sobre la Enfermedad Mental (CIEFEN), el 2% de la población española, es decir, aproximadamente 800.000 españoles, sufre algún tipo de trastorno mental. [2].

En la mayoría de los países occidentales, los problemas de salud mental representan una de las principales causas de morbilidad en la comunidad y afectan principalmente a la población en edad laboral [3]. En las últimas décadas se ha producido un incremento de las patologías que desde el punto de vista físico (enfermedades cardiovasculares, digestivas, déficits inmunológicos) y psicológico (depresión ansiedad, insomnio) se relacionan con situaciones de estrés [4]. Además el estrés es considerado un factor de co-morbilidad y de agravamiento de los problemas somáticos que se presentan en el medio laboral [5]. Según datos publicados por la Comisión Europea en la Guía sobre el estrés relacionado con el trabajo, más de la mitad de los 141 millones de trabajadores europeos afirman que trabajan bajo presión [6].

Aproximadamente el 24% de las personas que contactan con los servicios sanitarios en el nivel de atención primaria, según la OMS, presentan problemas mentales [7]. En España, la quinta Encuesta Nacional de condiciones de trabajo, realizada por el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INHST), refleja que del total de consultas médicas solicitadas por los trabajadores el año pasado, el 20 % se debieron a lesiones relacionadas con el trabajo y, de ese porcentaje, el 4,6 % estaban relacionadas con el estrés [8].

La UE calcula que los costes que supone el estrés relacionado con el trabajo rondan los

20.000 millones de euros al año en el conjunto de la UE. La Organización Internacional de Trabajo (OIT) afirma que el coste de los problemas de salud mental relacionados con el trabajo, incluido el estrés, representa el 3% del producto interior bruto (PIB) de la UE, además del sufrimiento, coste intangible, que ocasiona a muchos millones de trabajadores en Europa. Uno de los grupos profesionales más afectados por el estrés en su trabajo diario lo constituyen los profesionales de la salud y en especial el personal de enfermería. La enfermería es considerada habitualmente como una ocupación muy estresante, con prevalencias altas de trastornos psicológicos relacionados con el estrés, insatisfacción laboral y frecuentes cambios de puesto de trabajo. Existe un gran numero de factores de riesgo relacionados con el trabajo que pueden causar estrés en este colectivo de trabajadores. Entre ellos cabe citar: los relacionados con el contenido del trabajo, el grado de responsabilidad, el conflicto y la ambigüedad del rol, los contactos sociales y el clima de la organización, el contacto con pacientes, la carga de trabajo, la necesidad de mantenimiento y desarrollo de una calificación profesional, los horarios irregulares, la violencia hacia el profesional sanitario, el ambiente físico en el que se realiza el trabajo [9].

Esta situación es preocupante por el absentismo laboral que conlleva, las alteraciones que se originan en las relaciones con los miembros el equipo y sobre todo por la incapacidad de dar cuidados de calidad a los pacientes.

El estudio realizado por Aiken y cols., en 168 hospitales americanos, pone de manifiesto la influencia de la carga de cuidados sobre el nivel de burn-out y la insatisfación laboral de las enfermeras, poniendo en evidencia la relación entre la carga de cuidados de las enfermeras hospitalarias y la mortalidad de los pacientes. La influencia de una buena práctica enfermera sobre los resultados clínicos muestra la necesidad de adecuar las plantillas de enfermeras a las necesidades de cuidados de los pacientes [10].

Estudios realizados recientemente en EEUU, demuestran que la frecuencia de errores disminuyó un 50% después de que se implementaron las actividades de prevención en un hospital de 700 camas. En un segundo estudio se redujo en un 70% el número de demandas por mala práctica en 22 hospitales que pusieron en práctica actividades para la prevención del estrés. Por contraste, no hubo ninguna disminución en el número de demandas en un grupo de 22 hospitales que no implementaron actividades para la prevención estrés [11].

Los informes de la Comisión Europea sobre el estrés indican que se puede y se debe intervenir sobre todos los factores de estrés laboral, aconsejando de forma priorizada la prevención a todos los niveles. Para ello es necesario elaborar un diagnóstico previo sobre la situación de estrés en el entorno en el que se desea intervenir [12].

Para elaborar este diagnóstico es necesario explorar el nivel de bienestar psicológico. La aplicación del test de Goldberg [13] permite obtener una aproximación en la autopercepción que tiene el personal de enfermería con relación a su propio bienestar, considerando para ello indicadores en el ámbito físico y psicológico.

El objetivo del presente trabajo pretende identificar los probables casos de alteraciones psíquicas menores en personal de enfermería, analizando los factores sociodemográficos y laborales de riesgo y describir la disposición de los síntomas (somáticos, ansiedad e insomnio, depresión y disfunción social), en los casos de alteraciones psíquicas.

 

MATERIAL Y METODO

 

Se ha realizado un estudio descriptivo transversal, donde la muestra está formada por el personal que ha sido valorado en el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales del Area 10 de Madrid, bien por estar sometidos a un riesgo específico en el trabajo, por ser personal de nueva incorporación al área o a petición propia. El personal cumplimentó dos cuestionarios autoadministrados, de forma anónima, confidencial y voluntaria. Como instrumentos de recogida de datos se utilizaron dos cuestionarios:

– Encuesta de variables sociodemográficas y laborales, diseñada específicamente para este estudio a partir del análisis y estudio de la bibliografía consultada.

– Cuestionario de Salud General (GHQ-28) (versión Lobo y cols, 1981) es un instrumento de demostrada validez y fiabilidad para detectar «casos psiquiátricos menores» entre la población general, además de su sencillez y fácil manejo. El GHQ-28 es un cuestionario autoadministrado que consta de 28 ítems agrupados en cuatro subescalas de 7 ítems cada una: subescala A (síntomas somáticos), subescala B (ansiedad e insomnio), subescala C (disfunción social en sus actividades diarias) y subescala D (depresión grave). Cada pregunta tiene cuatro posibles respuestas, progresivamente peores. El paciente subraya la respuesta elegida y ésta debe limitarse a su situación en las últimas semanas, no en el pasado. Al ser un instrumento diseñado para uso en consultas médicas no psiquiátricas, su objetivo consiste en detectar cambios en la función normal del paciente, no en determinar los rasgos que lo acompañan a lo largo de su vida. Se utilizó como punto de corte o umbral entre “caso probable / probable normal” (6/7) ya que se trata de un estudio de prevalencia de trastornos psíquicos y con este punto de corte se obtiene la mayor especificidad del test (90,2%) con una buena sensibilidad (76,9%) [14].

Se ha comprobado el tamaño muestral con la prevalencia para estos trastornos encontrada en la bibliografía [15, 16,17] y para una población de características similares resultando ésta representativa para un nivel de confianza de 95%.

Las variables cuantitativas se analizaron con la t de Student y la u de Mam-Whitney. Las variables cualitativas se analizaron con chi-cuadrado. Para el estudio estadístico se ha utilizado el programa EPINFO versión 6.0, elaborado por el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (CDC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

RESULTADOS:

 

La población muestral esta compuesta por 497 trabajadores de la población referenciada.

Con el punto de corte en 6/7, la prevalencia de malestar psíquico global sugerente de “probable alteración mental” es de 20,3%; siendo el 95% a nivel hospitalario y el 5% de atención primaría. La media de edad de los que superan el punto de corte es de 40,2 años, con un rango de 24 a 58 años, predominando las mujeres 93,1% sobre los hombres 6,9%.

Según la situación laboral la mayor prevalencia de malestar psíquico la alcanza el personal con contrato fijo el 72,3%, seguido del personal interino 23,8%. Referente al turno en que desarrollan su trabajo, obtienen mayor prevalencia, los que realizan turno rotatorio (mañana o tarde y noches) con el 59,4%, seguido por el 37,6% los que realizan el turno de mañana.

En cuanto a las unidades, son las urgencias con un 27,7% las que ocupan el primer lugar, seguido de las unidades de hospitalización con un 20,8% y las consultas hospitalarias con un 10%.

La mayor prevalencia de malestar psíquico la obtienen las auxiliares de enfermería con el 46,5%, seguido de las enfermeras con el 30,7%, los técnicos con el 17,8% y el 5% las matronas.

La media de años trabajados es de 18 años, con un rango de 4 a 38 años, estando la mediana en los 17 años. Al agruparlos por tiempos trabajados: la mayor prevalencia la obtienen los trabajadores que llevan trabajando entre 6 y 10 años con el 25,7%, seguidos por los que llevan trabajando entre 11 y 15 años con el 20,8%.

Al analizar el motivo por el que acuden al Servicio de Prevención, un 13,9% lo hacen a petición propia y el 86,1% lo hace por citación expresa del Servicio, el 60,4% por estar sometido a algún riesgo específico y el 25,7% por incorporarse al área.

Al ser preguntados, si en alguna ocasión o en la actualidad, han recibido tratamiento psiquiátrico o psicológico, el 91,1% nunca ha recibido tratamiento, un 5% está en tratamiento actualmente y un 4% lo ha estado con anterioridad. Respecto a la pregunta, si creen necesitar apoyo psicológico en la actualidad, el 70,3% no cree necesitar ayuda frente al 29,7% que piensa que puede necesitarla.

Al analizar el test de Goldberg, el 20,3% tiene una puntuación superior al punto de corte (6/

7), sugerente de “probable alteración mental”. Es importante destacar que del personal con puntuaciones superiores a 6 puntos, el 66,3% tienen valores entre 6 y 10, el 28% puntúan entre 10 y 20 y, el 5,9% superan los 20 puntos.

Al valorar las subescalas del test de Goldberg, la subescala que registraba mayor puntuación fue la de ansiedad con el 93,1%, seguida de la de trastornos psicosomáticos con el 89,1%; después la de disfunción social con el 81,2% y, en último lugar, la de depresión con el 42,6%. Existe una mayor correlación entre la puntuación total y la subescala de ansiedad.

La persona “tipo” de padecer “posible alteración psiquiátrica”, en nuestro estudio, es: mujer, entre 30 y 39 años, auxiliar de enfermería de Atención Especializada, con contrato fijo, realiza turno rotatorio y lleva trabajando entre 6 y 10 años.

Se evidencia asociación significativa entre el malestar psicológico del personal de enfermería y las características sociodemográficas-laborales, factores como: mayor antigüedad en el puesto de trabajo, edad, lugar de trabajo, tipo de contrato y turno de trabajo, tienen gran relevancia, coincidiendo estos datos con otros estudios realizados [18, 19,20].

 

CONCLUSIONES:

 

> Somos conscientes de lo reducida que es la muestra y, por tanto, la validez limitada de los resultados obtenidos. Creemos que sería necesario hacer nuevos estudios con muestras de mayor tamaño y mayor representatividad a nivel nacional para poder confirmar los resultados obtenidos.

>A pesar de que los datos obtenidos en nuestro estudio, se encuentran dentro de los límites encontrados en la población general, creemos que estamos ante un problema emergente y sería necesario tomar medidas preventivas, tanto a nivel organizativo como de intervención con el personal sanitario.

>Teniendo en cuenta que el test de Goldberg es sólo una prueba de screening, sería necesario realizar una valoración más específica en las personas consideradas como “probable alteración mental” antes de hablar de trastorno mental psiquiátrico.

>Incluir de forma sistemática en los exámenes de vigilancia de la salud, cuestionarios

psicosociales mensurables, que puedan objetivar posibles patologías no recogidas de otra forma y, permitan tener un indicador de salud mental para planificar, implementar y evaluar intervenciones preventivas adecuadas, en relación a la salud mental de los profesionales y sus condiciones de trabajo.

>La organización de cursos de formación relacionados con el puesto de trabajo, fomentar las iniciativas y participación de los trabajadores en la toma de decisiones y, facilitar la promoción interna de los profesionales, son medidas a implantar por la Organización.

>Facilitar a los profesionales sanitarios las condiciones idóneas para que los problemas que se detecten sean abordados con la mayor precocidad y efectividad posible, bajo el principio de confidencialidad absoluta.

>Una mayor atención a los procesos organizativos y una cultura de “cuidar al cuidador” puede contribuir a disminuir el problema creciente de distrés psicológico en el personal de enfermería.

 

BIBLIOGRAFIA

 

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12. Levi L. Guía sobre el estrés relacionado con el trabajo: ¿la sal de la vida o el beso de la muerte? Luxemburgo: Comisión Europea. Agencia Europea para la Salud y la Seguridad en el Trabajo. 2000; 11-13

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